lunes, 29 de diciembre de 2014

Teoría de los Intereses Cognitivos


Habermas (1978) propone la teoría de los intereses cognitivos, proporciona un marco para dar sentido a las practicas curriculares. Se trata de una teoría sobre los intereses humanos fundamentales que influyen en la forma de “construir” o construir el conocimiento. Para ello hace falta tener en cuenta que Habermas define el interés como el placer que asociamos con la existencia de un objeto acción.

Este autor su construcción pragmática obedece a cubrir tres tipos de intereses fundamentales dentro de la sociedad: 
Un interés técnico, uno  practico y otro emancipador,  cada uno de ellos responde de manera diferente a las necesidades del ser humano para desenvolverse en la vida, asumiendo que la finalidad depende de cada tipo de interés, ya que estas exigen formas de conocimiento diferentes, los que a su vez requieren de metodologías diferentes basadas en formas de racionalidad diferente pero no internamente coherente. 
Según el pensador alemán, el ser humano inicia su conocimiento a partir de ciertos intereses arraigados en su propia naturaleza. Los intereses constituyen orientaciones básicas que resultan inherentes a determinadas condiciones de reproducción y autoconstitución de la especie humana [Habermas 1982: 199]. Llega a este concepto tras analizar los procesos de investigación propios de las diferentes ciencias (las empíricas, las hermenéuticas y las críticas), que a su juicio «forman parte del proceso global de formación que es la historia del género humano» [Habermas 1982: 199]. 
El interés media entre los mecanismos de formación histórica de la especie y la lógica de su formación. Y en el examen detenido de los ámbitos de autoconstitución propios de la especie humana, reconoce los medios característicos de socialización, a saber, el trabajo, el lenguaje y el poder. Desde esta perspectiva, los intereses proceden de la experiencia; ahora bien, por otro lado sostiene que conforman puntos de vista categoriales, trascendentales y necesarios, encargados de proveer al conocimiento bien de informaciones —interés técnico—, bien de interpretaciones —interés práctico—, o bien de análisis autorreflexivo —interés emancipatorio. Se delinea así un tertium genus entre lo empírico y lo transcendental: cuasitranscendentales es como los califica [Habermas 1982: 200].
Ampliando un poco más sobre los tres tipos de intereses de Habermas:
1) Interés técnico: En este caso, el ser humano percibe la realidad en función de su posible manipulación técnica. Es el interés que abre el campo de saber de las ciencias empírico-analíticas.
2) Interés práctico: No se busca la manipulación de la realidad, sino la aprehensión de sentido. Por ello, gracias a este interés, el hombre accede al significado de las realidades simbólicas o culturales. Es el campo del conocimiento práctico y sostiene a las ciencias de carácter práctico o histórico.
3) Interés emancipatorio: En este caso, el ser humano busca conocer la realidad social, criticarla y modificarla desde el punto de vista de la libertad. Es el interés que fundamenta a las llamadas ciencias críticas, entre las que se cuenta la propia teoría habermasiana.


Con su teoría de los intereses rectores del conocimiento, Habermas por un lado admite la validez de diversos planteamientos científicos y asume algunos postulados contemporáneos (como parte de la tradición hermenéutica), pero también se ve obligado a enfrentarse con H. G. Gadamer y a recusar la pretensión universalista de su proyecto. El debate entre Habermas y Gadamer fue tan fructífero que justificaría un trabajo aparte; baste con mencionar que, desde la óptica de la Teoría Crítica, la hermenéutica gadameriana no ha de nublar la intencionalidad práctica y política de las construcciones teóricas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario